Cuando Giuseppe Benignini llegó a Perú, no imaginaba que se convertiría en una estrella del entretenimiento latinoamericano. Sus 24 años contrastaban enormemente con la edad de Michelle Soifer, quien, tras su separación de Kevin Blow, lo presentó oficialmente como su pareja. Su apodo, “El Principito”, se popularizó rápidamente gracias a su aparición en programas de televisión, artículos de prensa y redes sociales.
Su relación con Michelle no pasó desapercibida durante los primeros meses, pero también le brindó oportunidades. Emprendieron negocios y vivieron juntos. Uno de ellos, “Más que Arepas”, un restaurante en la zona turística de Barranco, ofrecía cocina venezolana con un toque contemporáneo. Sin embargo, la estabilidad del negocio era tan precaria como su relación ante el público.
| Dato | Información |
|---|---|
| Nombre completo | Giuseppe Benignini |
| Apodo | El Principito |
| Nacionalidad | Venezolana |
| Profesión | Modelo, influencer, emprendedor |
| Edad estimada | Nacido en 1995 (alrededor de 30 años en 2025) |
| Relación destacada | Michelle Soifer (expareja) |
| Emprendimientos | Restaurante “Más que Arepas” y hamburguesería en Barranco (ambos cerrados) |
| Controversias públicas | Maltrato animal, amenazas a inspectores, desalojos y deudas |
| Presencia mediática | Se hizo popular tras relación con Michelle Soifer en televisión peruana |
| Fuente verificada |
Pronto se realizaron inspecciones municipales al establecimiento. Según la demanda, Benignini supuestamente intimidó a un inspector en una ocasión, advirtiéndole sobre su “poder político”. Más que aterrador, ese evento demostró una falta de preparación para afrontar el escrutinio público, especialmente en un entorno controlado y dominado por los medios.
Tras su ruptura con Soifer, Giuseppe intentó cambiar. Rediseñó su restaurante con un menú centrado en hamburguesas. Sin embargo, se le acumularon problemas económicos. El joven modelo tuvo que lidiar con facturas de servicios y alquiler impagados en cuestión de meses. Finalmente, lo desalojaron. El incidente más impactante ocurrió en directo por televisión cuando explicaba que se había quedado sin nada en una emisión de “América Hoy”. No pudo contener las lágrimas. Entre sollozos, admitió: “Le había prometido a la casera que pagaría los tres meses de alquiler poco a poco”.
Muchas personas se vieron afectadas por esta experiencia tan emotiva. Aunque sincera, la muestra de vulnerabilidad puso de manifiesto la falta de apoyo emocional y de estructura organizativa que suele acompañar a los jóvenes líderes emergentes. A pesar de sus errores, fue muy valiente por su parte expresar su angustia en público.
Su reputación se vio aún más dañada por una disputa posterior: el caso del perro Baloo. Debido a problemas económicos, Giuseppe dio en adopción al San Bernardo que compartía con Michelle Soifer. Pero pocas semanas después, lo recuperó, esta vez con la ayuda de la policía. Baloo estaba bajo de peso, tenía alergias sin tratar y llagas abiertas, según una joven que lo había acogido. El programa “Magaly TV: La Firme” cubrió ampliamente el asunto, lo que enfureció a mucha gente.
Las grabaciones de audio filtradas avivaron la polémica. En ellas, Benignini afirmaba que deseaba recuperar temporalmente la posesión del perro para evitar que los medios acusaran a Michelle de ser “la culpable”. Esta táctica, lejos de aplacar las críticas, las intensificó. Este caso, sin embargo, también puso de manifiesto la indebida presión social que se ejerce sobre los jóvenes, quienes no siempre tienen acceso a la orientación o el apoyo necesarios.
Giuseppe, de unos treinta años, se encuentra en un momento crucial de su vida. Ha recibido, en igual medida, elogios, críticas, burlas y apoyo. Su historia, particularmente dramática, ilustra lo errática que puede ser la fama repentina sin una base sólida. A veces, la televisión le brindó oportunidades para desarrollarse, pero también lo colocó en el centro de historias que con frecuencia se descontrolaban.
Benignini parecía vivir cada momento como si fuera el último, sin ninguna planificación a mediano plazo, a diferencia de otras figuras públicas como Mario Hart o Korina Rivadeneira, quienes supieron canalizar su notoriedad hacia proyectos más seguros y duraderos. Sin embargo, su historia no es definitiva. La reconstrucción es posible, aunque no necesariamente hacia el mundo del espectáculo, sino más bien hacia una personalidad más estable y auténtica.
La televisión peruana ha servido de plataforma para varias celebridades internacionales en los últimos años. Pero no todas han logrado causar una impresión que vaya más allá del escándalo o el romance. Giuseppe ha seguido siendo tema de conversación en la esfera pública a pesar de no ser aún muy conocido ni un empresario exitoso. Eso, por sí solo, demuestra una gran fortaleza.
Es fácil ver a Giuseppe desde una perspectiva más humana: un joven inmigrante que intenta abrirse camino en lo económico, lo emocional y lo profesional en un país muy diferente al suyo. Su experiencia podría compararse con una montaña rusa vertiginosa, donde cada fracaso se magnifica y cada triunfo queda eclipsado por el último escándalo. Sin embargo, él sigue intentándolo.
A Giuseppe le vendría especialmente bien aprovechar esta etapa de madurez para aprender de sus errores, desarrollarse con mayor enfoque y profesionalizar su imagen. Podría incorporar sus fracasos a su historia de superación personal en lugar de evitarlos. Mostrar progreso puede ser más efectivo en una época donde la autenticidad es más importante que la perfección.